Y de pronto, un día nos damos cuenta de que nuestro querido perro se está envejeciendo. No es que haya envejecido de repente. No es que no nos hayamos dado cuenta de algunas pequeñas señales, pero un día parece que se alcanza un “punto de inflexión” y la realidad de la situación es ineludible.
Y ¿cuáles serían estas señales de advertencia? Posiblemente nos hayamos dado cuenta de que cuando caminamos sobre la arena u otra superficie blanda que hay una línea “de arrastre” cuando una pata se arrastra un poco en vez de levantarse del suelo como sería normal. Incluso hemos oído este arrastre por la fricción de las uñas contra el la superficie dura. O ¿es que camina más lentamente que antes o se cansa más rápidamente durante los paseos? Incluso podemos ver que de vez en cuando le fallan las patas. Pueden ser las patas traseras o, si cae de bruces al caminar, las delanteras. O nos sorprendemos porque de vez en cuando tropieza con nosotros incluso cuando estamos cerca de él porque la agudeza visual está disminuida. Nos podría sorprender porque, por otro lado, es capaz de ver un perro al otro lado de la calle. El hecho es que los perros ven mejor de lejos que de cerca, así que esta aparente discrepancia no es tan sorprendente después de todo. También le puede costar más trabajo levantarse. Si vemos que mejora la movilidad con el movimiento, entonces podemos tener en cuenta el remedio homeopático Rhus Tox.
Puede dormir más que antes o ser más reacio a levantarse por la mañana. En vez de lamernos la cara como invitación a lanzarnos al hermoso nuevo día, puede enroscarse y tapar los ojos con la pata como si pidiera “Otros cinco minutitos más, por favor…”
Ciertos ruidos que antes lo molestaba pueden dejar de hacerlo. Esto puede ser una bendición para algunas personas cuyos perros han sufrido de sensibilidad a los ruidos como los fuegos de artificio, los truenos y los tiros.
Así pues, vemos esta nueva realidad. Pero ¿qué significa en lo práctico para la vida cotidiana? Posiblemente tengamos que cambiar nuestra rutina de paseos, eligiendo caminos más cortos y asequibles y libres de obstáculos. Si antes saltaba por encima de los troncos caídos y se metía debajo de los arbustos, ahora puede que los evite. Los paseos en caminos bien delimitados serán más fáciles de seguir que los paseos en espacios abiertos. Sin embargo, es importante no eliminar o reducir demasiado el ejercicio, porque el ejercicio moderado mantendrá en mejor estado las articulaciones y los músculos. Si el perro sigue disfrutando de sus paseos, igual tendremos que caminar más lentamente, deteniéndonos de vez en cuando para averiguar que está siguiendo el paso. En caso de que se adelante, también es importante estar atentos para asegurarnos de que sepa en todo momento donde nos encontramos. A medida que la vista se va deteriorando, el sistema olfativo, que siempre ha sido importante, cobra un significado aún más relevante en este universo cada vez más olfativo. Además del ejercicio físico, otro aspecto importante es el ejercicio mental que a partir de este momento puede ir ganando en importancia.
Durante los paseos sin correa, cuando la vista y la audición se van mermando, nosotros debemos estar más atentos. Nuestro perro, inmerso en su universo de olores, puede levantar la cabeza y, al no vernos inmediatamente, le entra un pánico y empieza a correr sin ton ni son. Si no estamos atentos, se pueden producir accidentes o el animal se puede perder. Recientemente he visto un caso donde una joven mujer francesa que caminaba por el monte con su perrita viejecita, estaba tan ocupada con su proyecto de fotografía que no se dio cuenta de que la perrita se había alejado. Cuando se dio cuenta, empezó a llamarla y la buscó durante días, pero la perrita estaba casi sorda y no la pudo oír. ¡Qué pánico y qué agonía para la pobre mujer que tuvo que regresar a Francia sin su perrita tras día de búsqueda! ¡Y qué pánico para la pobre perra ancianita perdida en un entorno desconocido sin puntos de referencia que la ayudasen a encontrar el camino de vuelta a su caravana! Claro que éste es un caso extremo, pero sirve para recordarnos lo que puede pasar por un momento de descuido.
Una audición reducida no significa necesariamente que nuestro perro quede totalmente sordo, sino que normalmente son ciertos registros y tonos de voz que ya no oye. Esto significa que debemos experimentar para averiguar qué rango de sonidos sigue percibiendo, y luego esforzarnos por utilizar esta gama de sonidos. Cuando llega este momento, cosechamos el fruto del esfuerzo invertido en trabajar tanto con señales acústicas como visuales y en enseñarle a ofrecer ciertos comportamientos por defecto bajo determinadas circunstancias, aunque a veces le cuesta más trabajo sentarse debido a molestias en los cuartos traseros, en cuyo caso creo que no deberíamos insistir en que se sienta.
La disminucicón de la capacidad tanto visual como auditiva puede traer como consecuencia que nuestro perro pierda cierto grado de autoconfianza. Puede sentirse menos seguros cuando nosotros no estamos cerca o al menos dentro de cierto radio. Esto puede tener consecuencias para nosotros desde el punto de vista de la organización del tiempo y las ausencias que podemos permitirnos.
Otra área donde posiblemente haya que introducir algún cambio ese en el ámbito del contacto. A medida que envejece, nuestro perro se puede volver más sensible al tacto. Si antes lo podíamos peinar de manera más o menos vigorosa, ahora puede preferir un enfoque más suave, sobre todo en las áreas de las articulaciones que le pueden doler o en zonas donde siente molestias de algún tipo. Esto puede afectar el tipo de peine o cepillo que usamos. Aunque parezca contradictorio, a veces un peine más pequeño con los dientes más juntos puede ofrecer una experiencia más suave que otro más grande con los dientes más espaciados. Incluso habrá que observar el ángulo de contacto del peino o del cepillo cuando entra en contacto con el cuerpo. Hay que experimentar observando muy de cerca las respuestas del perro para después esforzarnos en hacer los ajustes necesarios en la rutina de peinado. Una exploración TTouch con el dorso de la mano nos puede revelar zonas de molestias o áreas de calor que pueden indicar una posible inflamación.
Los ojos pueden empezar a lagrimear e incluso se puede formar un flujo viscoso de manera que es importante limpiar alrededor de los ojos con un algodón a ser posible mojado con agua de aciano o de saúco.
Si a lo largo de la vida las diversas herramientas terapéuticas nos han servido, en esta etapa de la vida de nuestro perro nos van ser valiosísimas. Poder hacer sesiones de TTouch o poner un vendaje puede aliviar molestias y dolores tanto a nivel físico como a nivel emocional. La zoofarmacognosis aplicada le da la posibilidad de elegir las sustancias que necesita en cada momento, y podemos encontrar que elige más aceites analgésicos o inflamatorios que antes o incluso aceites para levantar el ánimo.
Ver cómo empiezan a envejecer nuestros animales es una experiencia dulce-amarga: amarga porque nos damos cuenta de que no van a acompañarnos para siempre, pero también dulce porque aprendemos a saborear cada momento y aceptar la vida tal y como se presenta, y ésta es una de las grandes lecciones que nuestros animales nos pueden enseñar. Es un tiempo apacible y tierno, cuando todas las asperezas han sido limadas por el paso del tiempo como conchas alisadas por las olas del mar.