Lo que queremos siempre es que los animales estén presentes en cada momento de la actividad. Sólo si están conscientes de lo que pasa pueden asimilar la experiencia y aprender de ella. Siempre debemos darles esa «pausa» para que puedan procesar las cosas.
Por los mismos motivos nosotros también debemos estar presentes. Se dice que «la atención energiza y la intención transforma». Así, si primero fijamos nuestra intención y después enfocamos nuestra atención sobre ella, ponemos en marcha el proceso de transformación. Los animales, como sabemos todos los que convivimos con ellos, perciben nuestras intenciones y de esta manera los ayudamos en su propio viaje de aprendizaje y transformación.