Al final de un taller de un día, sobre todo cuando se trata de un tema que tantas emociones suscita como es la reactividad, es un regalo oír a una participante decir que marcha con esperanza porque pudo observar mejoras en su perro a lo largo del día y veía que estaba mucho más tranquilo que cuando llegó.

Sin embargo, los cambios no se produjeron solo en su perro. Ella también cambió. Cuando llegó, la boca estaba apretada, la mandíbula — de hecho todo el cuerpo — estaba tensa y la mirada todo menos relajada. Es comprensible que cuando las personas llegan a un taller están preocupadas por el comportamiento de su perro y la opinión de los otros participantes. A menudo  el resultado de esta preocupación es un tono de voz severo, tirones con la correa y muchos otros movimientos que sólo contribuyen a aumentar la ansiedad del perro. Al final de día había cambiado por completo.  Sonreía y su sonrisa llegaba hasta los ojos. Estoy segura de que esto es un círculo virtuoso en una relación realmente simbiótica.

Este hermoso perro reaccionaba ante cualquier cambio en el entorno. Ladraba — ¡fuerte! — y tardaba en poder recuperar un estado más tranquilo. A medida que pasaba el tiempo, ladraba menos hasta que al final de la sesión de trabajo de pista ladró una sola vez cuando algo perturbó el entorno. SU tiempo de recuperación también se fue haciendo cada vez más corto.

De hecho, todos los perros que participaron mostraron cambios al lo largo del día. Una cosa interesante de la que las personas se dieron cuenta de que a menudo tenemos una idea fija de cómo va a comportarse nuestro perro, y luego ellos nos enseñan que muchas veces nuestras ideas preconcebidas son erróneas. Tuvimos algunos acontecimientos así de reveladores también. Trabajar con la “abeja” fue excelente para sacar a relucir este aspecto. También permitió que las personas pudieron apreciar lo cómodo o incómodo que estaba su perro trabajando con una persona desconocida. En algunos casos el resultado no fue exactamente lo que esperaban los tutores.

Como siempre, los vendajes corporales revelaron su gran valor. Todos los perros los aceptaron muy bien y mostraron niveles más reducidos de estrés.

Otra técnica que resultó ser muy útil fue dirigir desde el pecho. India es una perrita pequeña pero es capaz de tirar como una locomotora. Con la cuerda pasada por la anilla anterior de su arnés, dejó de tirar y tuvo la oportunidad de reflexionar para ver otra manera de ir de paseo.